La temporada de huracanes del Atlántico está en pleno apogeo, y con ella, la amenaza de tormentas cada vez más intensas y destructivas. Si bien los huracanes siempre han sido parte del ciclo natural, existe una creciente evidencia científica que vincula su intensificación con el cambio climático provocado por las emisiones de carbono.
Según se explica en National Geographic, los huracanes se hacen más grandes con mayor rapidez en aguas más cálidas y a medida que el cambio climático hace que aumenten las temperaturas de los océanos, los científicos predicen que los futuros huracanes serán más lluviosos y más duraderos.
El huracán Beryl, que azotó el Caribe y el Golfo de México a principios de julio de 2024, es un claro ejemplo de esta tendencia.
¿Cómo influyen las emisiones de carbono en los huracanes?
El principal responsable del cambio climático es la emisión de gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono (CO2), a la atmósfera. Estos gases atrapan el calor del sol, lo que provoca el calentamiento global. Este calentamiento tiene un impacto directo en los océanos, elevando la temperatura de la superficie del mar.
Los cambios climáticos, como sequías, incendios forestales, huracanes y lluvias extremas, están ocurriendo a un ritmo más acelerado de lo que los científicos habían pronosticado. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la entidad de la ONU encargada de evaluar la ciencia relacionada con el cambio climático, los seres humanos modernos nunca antes habían visto los cambios que se están observando en el clima global, y algunos de estos cambios serán irreversibles durante cientos o miles de años.
Los océanos más cálidos alimentan huracanes más fuertes
Mayor energía: Las aguas oceánicas más cálidas proporcionan más energía a los huracanes, lo que les permite intensificarse y alcanzar mayor potencia. Beryl, por ejemplo, alcanzó vientos máximos sostenidos de 130 kilómetros por hora, lo que lo convirtió en un huracán de categoría 1.
Tormentas más húmedas: El aire cálido retiene más humedad, lo que significa que los huracanes pueden transportar y descargar más lluvia, aumentando el riesgo de inundaciones severas. Beryl provocó inundaciones generalizadas en las Islas del Caribe, Venezuela, México y Estados Unidos, causando daños a la infraestructura, cortes de energía y pérdidas de vidas humanas.
Aumento del nivel del mar: El derretimiento de los glaciares y la expansión térmica del agua elevan el nivel del mar, lo que hace que las zonas costeras sean más vulnerables a las marejadas ciclónicas y la erosión. Beryl azotó varias zonas costeras con marejadas ciclónicas, aumentando el impacto de las inundaciones y la erosión.
El caso de Beryl:
Beryl, con su intensidad y los daños que causó, es un ejemplo alarmante de cómo el cambio climático está intensificando las tormentas. Los científicos coinciden en que la alta intensidad de Beryl se vio amplificada por el aumento de la temperatura de la superficie del mar debido al calentamiento global.
«Es evidente que el cambio climático está intensificando los huracanes. Las aguas más cálidas del océano proporcionan más energía a estas tormentas, lo que las hace más fuertes y húmedas. Esto aumenta el riesgo de inundaciones severas, marejadas ciclónicas y otros daños» declaró indicó Brian McNoldy, investigador climático de la Universidad de Miami.
Por su parte, Kevin Trenberth, científico del Instituto Nacional de Geofísica y Astrofísica (INAF): «El huracán Beryl es un recordatorio de que el cambio climático ya está teniendo un impacto significativo en el clima de nuestro planeta. Las tormentas más intensas y destructivas son solo una de las muchas consecuencias que debemos enfrentar si no tomamos medidas urgentes para reducir las emisiones de carbono.»
¿Qué podemos hacer para reducir el impacto?
La acción colectiva para reducir las emisiones de carbono es crucial para mitigar el cambio climático y sus efectos en la intensificación de los huracanes. Algunas medidas importantes incluyen:
Transición hacia energías renovables: Reemplazar los combustibles fósiles por fuentes de energía limpias como la solar, eólica e hidroeléctrica.
Mejorar la eficiencia energética: Reducir el consumo de energía en todos los sectores, desde la industria y el transporte hasta los edificios y electrodomésticos.
Proteger los bosques: Los bosques actúan como sumideros de carbono, absorbiendo CO2 de la atmósfera. La deforestación libera este carbono, empeorando el efecto invernadero.
Adoptar estilos de vida sostenibles: Reducir el consumo individual de bienes y servicios, utilizar el transporte público y optar por una dieta basada en plantas.
La amenaza de los huracanes se intensifica con el cambio climático, impulsado por las emisiones de carbono. “El huracán Beryl un llamado de ayención de cómo estas tormentas se están volviendo más fuertes y destructivas. Es imperativo tomar medidas para reducir nuestra huella de carbono hoy y así protegernos de los impactos cada vez más severos de estos fenómenos naturales” comentó Jordan Butler, CEO de Cleanlight.